La situación del trabajo es uno de los temas que atraviesa la discusión pública a diario. Mar del Plata registra un alto índice de desocupación, y al mismo tiempo, también hay sectores que advierten que no consiguen cubrir sus vacantes laborales. Asimismo, se reiteran cuestiones como la precarización o bajos salarios, que terminan delineando un cuadro complejo, con aristas muy disímiles de acuerdo a la actividad o rubro. Para abordar el tema, dialogamos con Agustín Nieto, doctor en Historia e investigador del CONICET, quien coordina el Observatorio de Conflictividad Social de la Universidad Nacional marplatense.

A pocos días de haber festejado el 1 de mayo, ¿existe hoy un “movimiento obrero” relativamente homogéneo?

Es cierto que es un problema de mucha actualidad y es bastante relevante. El movimiento obrero nunca fue completamente homogéneo a lo largo de la historia y a lo ancho del planeta. De hecho, cada vez más en las reconstrucciones históricas y en los análisis más contemporáneos, se comprueba con más fuerza la alta heterogeneidad de la clase trabajadora en general. Esto es algo que se puede observar en las distintas corrientes históricas también.

La clase obrera se muestra altamente heterogénea por las distintas ramas que se van conformando, las distintas capas, así como las distintas edades. Ni hablar cuando se plantean cuestiones de género, de identidades sexuales, raza, etnia, inmigración o geografías dentro del país. Hay un monto de elementos que van constituyendo un mosaico super complejo en la historia y en la actualidad de la clase trabajadora y del movimiento obrero en particular.

Tampoco es homogéneo el grado de alcance del movimiento obrero. Siempre estuvo la pretensión de un alcance internacional, en el sentido de conformarse como organización a escala mundial. Eso lo atestigua la existencia de la Primera Internacional, la Segunda Internacional, la Tercera Internacional e incluso la Cuarta Internacional. Hubo un montón de intentos, aún vigentes, en principio de la clase obrera, después un poco desconectados de esa clase, que nunca lograron tener esa representación global. Siempre tuvieron más hegemonía en países con mayor presencia del proletariado y mayor grado de organización, como fue en su momento en Alemania, para la Segunda Internacional, y así pasó a lo largo de la historia.

Esto sucede en las primeras organizaciones, que son locales, ya que se empiezan a reunir por rama y por localidad. Después se avanza hacia el ámbito regional, nacional y alguna veces, logran tener vínculos internacional. Rara vez el movimiento obrero, de forma unánime y completa, se conforma como movimiento de alcance internacional, más allá de que el 1 de mayo hace que se exprese en todo el mundo, aún con excepciones. No todos los países tienen al 1 de mayo como fecha de reivindicación de las luchas obreras y principales demandas.

Que una fecha convoque a gran parte de los países, no quiere decir que se sostenga en el tiempo. La cotidianeidad de estas organizaciones obreras depende mucho más de lo que pasa a nivel local, regional y nacional, que lo que pasa a nivel internacional en lo que hace a su organización.

Desde la crisis del petróleo, en la década del 70, la tendencia creciente del movimiento obrero y la clase trabajadora, fue ir hacia la fragmentación. A medida que se iba consolidando la hegemonía del neoliberalismo, la perspectiva individualista fue ganando a distintos sectores de la sociedad, dentro de los cuales se encuentran las y los trabajadores, impactando en el movimiento obrero. Eso se puede ver claramente en los grados decrecientes de participación electoral, de participación formal en el mercado de trabajo, y el porcentaje de agremiación. Hay menos agremiados producto de la reducción del mercado de trabajo, así como un grado bajo de participación en la vida política de los distintos gremios.

Como línea tendencial, se ve que los pequeños grupos más activos son los que mantienen la vida de la organización, pero rara vez el conjunto de los trabajadores que forman el sindicato participan de forma masiva en la vida política de cada uno de los gremios.

A su vez, otra expresión de falta de homogeneidad y unidad, se ve en la cada vez más persistente división de las centrales sindicales. En la actualidad y desde hace unos cuantos años, la cantidad de centrales se va incrementando, se van formando distintos grupos, que no logran tener una hegemonía sobre el conjunto, lo que impide, por ejemplo, llevar adelante una huelga general, ya que es necesaria una articulación más importante.

¿Cuáles son hoy los principales focos de conflicto en el mercado laboral marplatense?

Lo que se observa a nivel nacional e internacional, tiene su correlato en el plano local. El grado de homogeneidad es bajo en la ciudad, hay una gran fragmentación y segmentación del mercado de trabajo y por ende de las formas organizativas de las propias estructuras de trabajadores y trabajadoras.

Particularmente, el mercado laboral marplatense se caracteriza por tener una presión muy fuerte de subempleo y desempleo. Siempre aparecemos como la capital de la desocupación en el país, con índices muy altos, que son persistentes. La persistencia se da también porque es una ciudad receptora producto de su actividad estival, que requiere de brazos para la temporada, y que muchas veces luego se quedan en la ciudad.

Los sectores tradicionales de la ciudad son los más conflictivos. Uno de ellos es la pesca, quizás el menos visto por el perfil turístico de la ciudad. Otro sector con un alto grado de conflictividad es lo que hoy se conoce como trabajadores de la economía social, que podemos referir como economía informal, que va desde los cuidacoches a trabajadores de la construcción a cooperativas de trabajo de los distintos barrios. Es un espectro muy amplio y muy heterogéneo, que muestra un grado creciente de organización por la defensa de sus derechos.

Otro sector muy importante en los últimos años ha sido el área de trabajo textil, en particular vinculado a las mujeres obreras, que también es una industria relativamente actual. La construcción también tiene presencia en la conflictividad, así como el transporte, en particular camioneros, taxistas y choferes de micros. Todo esto en el ámbito privado, que no es el más conflictivo.

En el plano más general, los que demuestran mayor conflictividad son los trabajadores estatales, tanto de ATE como del SUTEBA, así como los trabajadores de la universidad, docentes y también en Salud. En este sector, particularmente en los últimos dos años se hizo más visible, pero tiene una larga tradición de lucha, tanto en hospitales como en las salitas barriales. También los municipales, que tienen presencia en distintas áreas, hace años que vienen en procesos de lucha muy intensos.

Sobre esta panorámica, aparecen conflictos más puntuales, como pudo ser el de la Boston, que tuvo toma y ocupación de locales de la firma por parte de un grupo de trabajadores. Pasó también en una fábrica de fideos, así como una ladrillera. Son conflictos puntuales vinculados a actividades que no son los más presentes en las visibilización general, pero tienen un mayor momento de exposición en determinados momentos.

La otra cara es todo el sector que no presenta una gran conflictividad, pero que son importantes en la ciudad, como es el vinculado al turismo y a la gastronomía. Ese tipo de actividad, como tiene una forma particular de contratación, muestra poca conflictividad abierta, que tampoco es nula, pero es poco notoria. A partir de ciertas investigaciones, se pudo dar cuenta de otras formas de manifestación de esa disconformidad por los salarios bajos o la precarización, como el ausentismo, formas de resistencia vinculadas a tiempos muertos, o trabajar a desgano. Lo cierto es que estas son formas pocos visibles para la sociedad.

¿Cuáles son los desafíos que traen las aplicaciones y las nuevas formas de relación laboral que conllevan?

Podríamos hacer un poquito de prehistoria. En el 2001, con lo que fue la gran rebelión de diciembre, que se continuó en el 2002, aparecieron como un destacamento de caballería, ya que se autodenominaban así, los motoqueros. En ese proceso tuvieron una gran presencia corporal en las calles Buenos Aires y también en las calles de Mar del Plata. Su rol no fue testimonial, ya que fueron de los participantes más relevantes a la hora de organizar la defensa de las posiciones de distintos sectores que habían salido a manifestarse. Pusieron el cuerpo y muchos recibieron heridas, en tanto que varios fallecieron por disparos policiales o parapoliciales.

Desde esa participación tomaron fuerza las formas de organización y se constituyeron varios sindicatos. El más conocido es el de CABA, pero también se formó uno en Mar del Plata, años más tarde, a partir de la experiencia de 2001 y las características de precariedad e inestabilidad del mismo sector. Es decir que se fue conformando como un sector combativo dentro del movimiento obrero. Algunos se agruparon dentro de la CGT y otros dentro de la CTA.

Hablamos de prehistoria porque en ese momento no estaban estas aplicaciones que hoy son tan comunes y se han impuesto. A medida que se consolidó este capitalismo de plataformas, las condiciones de trabajo empeoraron. No solo se mantuvieron sino que empeoraron en un grado mayor de explotación, lo que generó que los trabajadores empezaran a organizarse. En algunas de estas aplicaciones, estos trabajadores lograron imponer condiciones de trabajo y algunos convenios que significan un gran avance.

Es una nueva de la rama de la actividad, muy dinámica, asociada a las más avanzadas formas actuales del capitalismo, y que en la pandemia tuvieron un momento de mayor acumulación. La cara más visible es Amazon, pero por detrás de esa gran pantalla, aparecen otras aplicaciones de menor escala, que lograron tener grandes dividendos y ganancias, a partir de la pandemia y su correspondiente cuarentena.

No solamente hay una historia, sino que en el marco de la pandemia estos sectores lograron expresar sus posturas y consolidar sus reclamos. El Estado los llamó trabajadores esenciales, lo que les permitió respaldar sus reclamos. En algunos casos se tradujeron en victoria y en otros siguen latentes como reclamos.

Es un lugar común decir que “hace falta trabajo genuino”, y sin embargo parece que abunda cada vez más el empleo precario: ¿cuáles deberían ser los principales cambios a realizar para dar vuelta la actual situación?

La cuestión del trabajo genuino es un tema central, porque ninguna actividad nació con reconocimiento de derechos obreros y laborales. Todas las actividades bajo el capitalismo nacieron precarizadas. Solo después de largos procesos de lucha, los trabajadores lograron que se reconozcan sus derechos. Esto es independiente del momento histórico. Aunque se hayan dado en un momento de auge de las luchas obreras, si la rama era inicial y nueva, esos trabajadores no tenían derechos reconocidos. Lograron ser reconocidos una vez que se organizaron y lucharon en pos de esos derechos, más allá de que las leyes estuvieran vigentes. Siempre se requirió, para que se apliquen efectivamente las leyes, que por parte de los trabajadores haya organización y lucha.

¿Cómo hacer para resolver la situación actual? Está en manos de los propios trabajadores. Está claro que más allá de la realidad de precarización, el trabajo bajo el capitalismo es un trabajo de explotación del obrero y la obrera. Por ende, una forma de resolver la precarización y la explotación, en términos más generales, es reorganizar la sociedad sobre otras bases, que no tenga como criterio principal la maximización de beneficios empresariales.

Los trabajadores producen y parte de esa producción vuelven en forma de salarios y otra parte, mayor o menor, dependiendo del momento y el contexto, va a los empresarios. Una forma de resolver las condiciones angustiantes que significan un mal salario, pésimas condiciones de trabajo, precarización e inestabilidad, no solo pasa por políticas públicas que busquen mitigar estas situaciones, sino también, para abordarlo de manera permanente, repensar la organización de las relaciones sociales, en particular vinculadas al mundo del trabajo. Preguntarnos cómo, en qué condiciones y para qué trabajamos, si lo hacemos para producir mercancías para vender en el mercado, o se trabaja para resolver necesidades sociales, más allá de la mediación mercantil.

Uno de los rasgos principales del capitalismo es tener crisis de sobreproducción. Así vemos cómo productores tiran tomate, leche, porque el precio del mercado no resuelve sus aspiraciones. Eso, en términos éticos, en términos sociales, en términos alimenticios, no es viable y tampoco es deseable. En un mundo donde hacen falta alimentación, trabajo, salud, mejores condiciones de vida, que una de las salidas sea la destrucción de mercancía porque no llena la expectativa de quienes producen, nos muestra el grado de irracionalidad que tiene el sistema, con una crueldad muy grande.

Hay empresas que hablan de falta de trabajadores calificados y al mismo tiempo, parece que conseguir un trabajo es harto difícil. ¿Qué hay de cierto en estas dos situaciones, que parecerían contrapuestas?

Ambas afirmaciones son ciertas. En algunas ramas, como hay una alta demanda, por el crecimiento del mercado, hay búsqueda de trabajadores calificados en algunos saberes, que no logran ser cubierto. Eso ocurre hoy, por ejemplo, en actividades del mundo de la programación, trabajadores de la informática, que desarrollan sistemas o aplicaciones. Argentina es uno de los países que más desarrolladores de aplicaciones tiene en el mundo, y sin embargo las empresas no siempre logran cubrir su demanda de trabajadores para este tipo de actividades.

Por otro lado, para trabajadores tanto calificados como semicalificados, que tiene su experiencia en aquellas ramas que han sido consolidadas, en donde esas actividades han cubierto sus necesidades, por más calificados que estén, no consiguen empleo. Eso pasa, por ejemplo, en la educación. Hay un montón de trabajadores de la educación que teniendo formación universitaria no consiguen fácil trabajo en sus labores. Así ocurre en distintas actividades. El hecho de tener calificación no nos asegura tener trabajo.

El hecho de ser semicalificado o recién empezar a trabajar no nos garantiza un ingreso suficiente para vivir. Es muy difícil conseguir trabajo en términos generales. Esto convive con esa demanda de trabajadores calificados solo para algunas actividades. Insisto: hay trabajadores ultracalificados que no consiguen empleo porque el mercado de trabajo, en ese segmento, está saturado.

Fuente: https://infobrisas.com/la-situacion-laboral-en-mar-del-plata-en-terminos-generales-es-muy-dificil-conseguir-trabajo/