Sobre la violencia patronal y la lucha incansable de sus obreras

Desde hace años y como política empresarial, la empresa Mauro Sergio S.A (Textilana), lleva a cabo un sistemático amedrentamiento de sus trabajadoras, con prácticas de acoso y violencia. Con una intensificación durante los últimos años, la empresa aplica despidos sin causa. Como consecuencia de esta situación, en 2019  la mayoría de lxs trabajadorxs decretó una huelga que fue histórica. 

La empresa fundamenta los despidos en ciertas prácticas obreras como ausencias injustificadas, enfermedades inventadas, baja productividad, violencia y agresividad, entre otros. Empero, la patronal es acusada de no aceptar certificados médicos, en su mayoría asociados a enfermedades profesionales -ya sea vinculadas a lo físico como a lo emocional- Estas últimas enfermedades se producen como consecuencia de la presión que se ejerce en términos de productividad y la violencia constante que sufren lxs trabajadorxs por parte de sus superiores. Es común en Textilana el destrato, los insultos y hasta la violencia física. Una práctica extendida es perseguir a las trabajadoras en la búsqueda de renuncias para evitar el pago de las correspondientes indemnizaciones. 

En el último año, lxs trabajadorxs denuncian más de 50 despidos, con indemnizaciones que terminan traduciéndose en sumas de dinero inferiores a las correspondientes. Esto puede confirmarse cuando se observan los expedientes de las causas que la empresa tiene por despido, en donde la mayoría  termina con una homologación por un acuerdo monetario muy bajo y, en varios casos, cuotificado.

Es importante destacar que el contexto de la pandemia, pareció dar luz verde a la práctica de despidos injustificados, a la reducción de horas, a la baja de salarios y a deudas salariales. Asimismo, muchxs obrerxs fueron obligadxs a ir a trabajar enfermxs, a otrxs no se les permitió el ingreso a la fábrica, generando una baja en su salario hasta del 50%, pues una parte significativa del salario está compuesta por adicionales como la productividad y el presentismo. Otras de las medidas más habituales llevadas a cabo por la patronal son las suspensiones, la rotación constante en los diferentes sectores de la fabricación, no permitir el ingreso de lxs delegadxs durante el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) y el posterior DISPO (Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio). 

Frente a todo lo relatado anteriormente, una importante cantidad de trabajadoras ha decidido romper el silencio y movilizarse teniendo como consigna: “BASTA DE VIOLENCIA Y ACOSO LABORAL EN TEXTILANA. BASTA DE DESPIDOS”. 

En los últimos días se conoció un video con testimonios de trabajadoras y extrabajadoras que relatan distintas vivencias. Una trabajadora de Recursos Humanos denuncia “prácticas atroces e inhumanas como parte de una estrategia de desgaste”  y el tener que soportar presiones y exigencias por necesidad dado que muchas mujeres son madres sostenes de hogar. Trabajadoras de otros sectores, con más de 10 años de antigüedad, cuentan cómo son hostigadas, maltratadas y violentadas hasta el punto de contraer enfermedades psíquicas que las llevan a tener que consumir psicofármacos por crisis nerviosas, insomnio o depresión, todo esto negado por la empresa.   

En este contexto se ha solicitado la intervención del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires en reiteradas ocasiones para que le exija a la empresa la restitución de los puestos de trabajo y el abono de los salarios adeudados. Según comentan desde la Comisión Interna, a finales del año pasado se había llegado a una suerte de acuerdo en el caso de una trabajadora hostigada pero la empresa decidió dar marcha atrás. En el conflicto actual, el Ministerio de Trabajo brilla por su ausencia, o mejor dicho por una presencia silenciosa, que parece estar más cercana a los intereses empresariales desoyendo el reclamo de intervención solicitada por lxs trabajadorxs.

La conflictividad en Textilana no cesa, la patronal sigue haciendo de las suyas omitiendo el derecho de las trabajadoras, precarizando, hostigando, acosando y violentando. A todo esto, el Estado como ente regulador y protector de los derechos laborales, ¿dónde está?.

Fuente: Agrupación Naranja Textil. Coordinadora Sindical Clasista