El pasado 8 de agosto Bahía Blanca no amanecía como todos los días; se despertaba sabiendo que iba a acontecer un día histórico para el Movimiento de Mujeres y Feminista. En una ciudad prejuiciada de conservadora y reaccionaria hacía ya varios meses que la marea verde había llegado para quedarse. Desde que se abrió el debate en el Congreso hasta hoy los pañuelos verdes inundaron las corporalidades de quienes transitamos a diario nuestra ciudad, marcando no solo una posición política respecto al aborto, sino también funcionando como método de complicidad entre pares, haciendo pública su articulación.

Te vi, no olvidaré
un carnaval, guitarra, bombo y violín.
Agitando pañuelos te vi;
cadencia al bailar airoso perfil.
Me fui diciendo adiós
y en ese adiós quedó enredado un querer.
Agitando pañuelos me fui;
que lindo añorar tu zamba de ayer.

En Bahía también tenemos nuestras propias Doras Coledesky, nuestras Martas Alanis, son las que siempre militaron la legalización del aborto y que hoy se encuentran acompañadas por una enorme cantidad de mujeres jóvenes que se suman a tomar como propia esta reivindicación. Ese pasado 8 de Agosto ninguna de ellas se olvidó de su pañuelo antes de partir para la plaza.

Yo me iré, tu vendrás
Yo te llevare mi rancho se alegrara
Agitando pañuelos me iré
Y en mi vivirá aquel carnaval
Agitando pañuelos me iré
Cantando esta zamba repiqueteadita

Desde muy temprano comenzó el armado de la carpa que transmitiría, al igual que el 1 Agosto, la discusión sobre la interrupción voluntaria del embarazo en el Congreso; estructura que para las doce del mediodía estaba colmada de mujeres, llena de estudiantes que conformándose con el tibio sol que asomaba en la plaza decidían quedarse afuera escuchando el sonido y cada tanto moverse para estirar las piernas: sabían que iba a ser una jornada larga. Todas con la misma confianza de apostadoras que vienen ganando: “hoy sale o sale”. No era irreal la apuesta, las mujeres bahiensas venían siendo muchas y el movimiento había crecido de una manera tremendamente exponencial desde el primer 3 de Junio hasta la fecha. La discusión que creyeron desde el gobierno actual “promover pero controlar” fue un semillero de nuevas militantes que se sumaron al activismo feminista. Eso sí que no lo previeron.

Volví, y te encontré
Toda mi voz le dio a la copla un cantar
Agitando pañuelos volví
Sintiendo también mi pecho agitar

A las  18:30 estaba convocado un último pañuelazo antes de que nuestrxs representantes votaran la ley. Y la verdad es que no se esperaba, pero en Bahía Blanca más de 5000 personas se movilizaron revirtiéndole el supuesto gris conservador que tiñe nuestra ciudad, a un verde rebelde, diverso y amplio. Marea verde que desembocaría en una de las sedes de la Universidad Nacional del Sur para ver hasta la hora del cierre, todxs juntxs, la votación. Fue un acierto. Ya para la hora de la cena sabían que tal vez la ley no salía; sin embargo el nivel de atención a las exposiciones de lxs senadores/as nunca disminuyó, como así tampoco el convencimiento del ideario de la causa: “si no sale hoy, dentro de unos años, sale igual. Nosotras ya ganamos.”  Hasta las tres de la mañana, sucedió lo que entre varias de mayor edad remarcaban que no habían vivido nunca, escuchar y ver a lxs ´representantes´ del pueblo discutir un tema puesto sobre el orden del día por un movimiento organizado, durante más de 12 horas.

Mientras tanto llovían mensajes por Whatsapp que contaban cómo estaba la cosa en la Capital, el día anterior había salido un colectivo de mujeres desde Bahía Blanca para acompañar la decisión de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, de ser dos millones afuera del Congreso; con el corazón en todas partes del mundo fueron muchísimas más.

Las mujeres organizadas consiguieron el derecho a votar, a estudiar, a divorciarse, a ser parte de las dirigencias sindicales, a tener propiedades, a subsidios por maternidad, a organizarse, a la patria potestad compartida, a la paridad, a jubilarse como amas de casa, a penalizar los delitos contra la integridad sexual, a parir dignamente, al matrimonio igualitario, a ser tratadas según su identidad de género autopercibida, a que los asesinatos que cometen contra sus cuerpos se tipifiquen como femicidio, travesticidio, al cupo laboral trans, a la educación sexual integral y laica, a parar. Y acá sí me incluyo en el relato: como la historia lo demuestra nadie nos regaló nada.  Estamos acostumbradas a batallar por lo que nos pertenece,  no estamos preocupadas, porque sabremos construir el momento, como tantas otras mujeres en otros tiempos, agitando pañuelos, conseguiremos que sea ley.

Bailé, hasta el final
Engüalichaa baile hasta el amanecer
Agitando pañuelos baile
Que lindo es bailar la zamba de ayer

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Paula Mailén Ercoli
Licenciada en Comunicación Social
Integrante del movimiento feminista de Bahía Blanca