Experiencias en la colaboración para la realización de una base de datos con múltiples variables de carga; y derivados.

Por Luis Nogueira

El SISMOS es un proyecto de investigación, y es la sigla del Seminario de investigación sobre el movimiento de la sociedad. En el marco de ese proyecto, el grupo de trabajo elaboró una planilla de carga para estandarizar los conflictos y protestas reflejados por la prensa local, que se desarrollan en tres ciudades-puerto, Mar del Plata, Necochea y Bahía Blanca, para la realización de una base de datos con múltiples variables de carga (51 en el caso más extenso), que para Mar del Plata ya cuenta con varios períodos.

El “cargador/a” de las noticias debe leerlas, determinar si se trata de un conflicto y luego  discriminar las variables que le presenta la planilla de la base de datos; y notará, al cabo de unos cientos de cargas, que las manifestaciones de los conflictos y sus protagonistas son de lo más variados.

Si bien a priori, es posible especular que los conflictos sindicales/patronales o Capital/Trabajo ocuparán gran parte de los registros, a poco andar se descubre que los familiares de las víctimas de accidentes de tránsito, los protectores de animales o del medio ambiente, los discapacitados, los grupos de riesgo por enfermedades crónicas, los estudiantes y los privados de su libertad, entre muchos otros, son protagonistas de hechos conflictivos. En resumen, hay pocos grupos sociales que no hayan pasado por una situación conflictiva.

Algunos inician su protesta en soledad o acompañados por pocos compañeros; pero otros, forman asociaciones, gremios, sociedades de fomento, partidos políticos y cooperadoras escolares, porque descubrieron que su conflicto no es particular y atañe a muchos como ellos.

Como manifestación de la protesta resultan los cortes de calle, ollas populares, oficinas cerradas, aulas vacías, comedores comunitarios llenos, marchas de vecinos, anuncios de  medidas de fuerza, denuncias, enfrentamientos, ataques y decenas más de expresiones de una situación conflictiva que son reflejadas por los medios de comunicación en medio de crónicas de partidos de fútbol y la crítica de la última película que ganó un premio Oscar.

También se puede ver en algunos casos y siguiendo un determinado conflicto, el cambio que experimenta respecto al reclamo original; en su modo, en la cantidad de organizaciones que se sienten involucradas, en la situación que motiva la acción y en la meta a conseguir.

Otra particularidad que puede notar el “cargador/a” es que el tratamiento periodístico en cuanto a  los calificativos para los reclamantes, cuando se trata de organizaciones populares o gremiales, en la mayoría de los casos, son descalificativos o inducen a alarma. Y, cuando no se producen incidentes durante el reclamo, que es en la mayoría de los casos, se resalta que no se produjeron incidentes y que no hubo detenidos.

Para ejemplificar esto se puede ver en la imagen de abajo una foto de la crónica que el diario La Capital publicó el 25 de noviembre del 2000 relatando la marcha y el acto que puso fin al paro de 36 hs. que convocaron la CGT “disidente”, la CTA; la CGT “oficial”, la Corriente Clasista y Combativa, el Movimiento Teresa Rodríguez, el Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados y organizaciones de desocupados y de estudiantes en protesta a las medidas económicas y sociales que el gobierno del presidente De la Rúa anunció a principios de noviembre del año 2000 y que fueron la antesala de uno de los momentos más dolorosos y angustiantes para la mayoría del pueblo argentino.  Es notable, y a la vez explicativo de la mirada del cronista, que en el título de la noticia se destaque la “corrección” de la medida de fuerza. Y ese mismo día se le dedica gran parte de la cobertura periodística del paro a notas sobre los “piqueteros” que realizaron cortes de calle y de ruta, diferenciándolos subrepticiamente de los trabajadores “pacíficos”.

Un capítulo aparte son los calificativos usados para los protagonistas de enfrentamientos con la policía: “individuos”, “sujetos”, “malvivientes”, “sospechosos”, cuando no el característico “delincuente”. Todos ellos usados horas después de producidos los hechos y, como es de suponer, sin haber pasado el tiempo necesario para la exposición de las razones de los involucrados y menos por un juicio. El “cargador/a” notará también que el cronista periodístico es subyugado por la jerga policial y la utiliza sin rubores.

Por otro lado están las autoridades, los patrones y su rol en los conflictos. El “cargador/a” notará que las organizaciones que conforman se muestran en los medios de comunicación más sólidas, conciliadoras, pacíficas, sin conflictos internos, abroquelas, y si se quiere con mayor poderío.

Las autoridades, ya sean gubernamentales, empresariales y mucho más las se seguridad, según muestran los medios de comunicación, aparecen como incuestionables, altruistas y dedicadas al bien común. Es considerable la repetición en su discurso del concepto “queremos lo mejor para todos”. Es raro que el “cargador/a” vea alguna noticia que dé cuenta de disputas internas de alguna cámara patronal, de las discusiones por los espacios de poder y las disputas por un cargo. Pero si se reflejan con lujo de detalles las desavenencias entre dos listas de una sociedad de fomento.

Los modos de presentar una noticia, el uso de calificativos y la subordinación de una acción conflictiva a otra pueden inducir la visión distorsionada del acontecimiento. Es por eso que  la realización de una base de datos con múltiples variables de carga es una herramienta muy útil para la comprensión de los conflictos.